Dicen los irlandeses que la verde “Erin” es como una esmeralda en medio del Atlántico, y no les falta razón porque aunque Irlanda es un país pequeño cuenta con una naturaleza impresionante, una historia que está siempre a flor de piel y con los irlandeses, la gente cordial.



Un viejo proverbio celta dice:
Un desconocido es un amigo al que todavía no se conoce
Es la segunda vez que voy a Irlanda en moto. La primera en 2009 junto a unos buenos amigos y compañeros de viaje; alquilamos las motos en Dublín y dedicamos 7 días a recorrer, sin saberlo, parte de la que hoy es la ruta costera señalizada más larga del mundo, la Wild Atlantic Way. La segunda este año. Me propuse completar el tramo que no había hecho de la Atlantic Way y enlazarlo con Ruta Costera de la Calzada, resultaba imposible no verse atraído por la sugerente idea de recorrer con mi moto estas carreteras septentrionales acompañando al sol desde el este hasta el oeste. 

¿Por qué me gusta Irlanda? Su saludo de bienvenida dice mucho de lo que puedes esperar, “céad mile fáilte” (cien mil veces bienvenido) aunque estoy seguro de que esta frase simplifica en exceso el carácter de los irlandeses, de lo que no hay duda es que es gente acogedora y con ganas de charlar, sus paisajes consiguen sobrecogerme y su música emocionarme  pero creo que lo que más me gusta de esta tierra es que todo resulta natural, es la vida tranquila y sin adornos.

El viaje.

Para llegar a Irlanda debería atravesar Francia y embarcarme en el ferry que desde Cherbourgh navega hasta el puerto irlandés de Rosslare que sería el punto de inicio y final de la ruta. Un par de meses antes de la partida mi hermano decidió acompañarme e hicimos el viaje juntos. A pesar de que los dos tenemos experiencia de viajes en moto nunca habíamos compartido una ruta larga pero esta vez todo encajó y pusimos rumbo a Irlanda a finales de agosto; mi hermano ha sido un excelente compañero de viaje.



Cruzar el país galo en dos días tanto a la ida como a la vuelta suponen muchos kilómetros por las autopistas francesas sin más aliciente que el de llegar a buena hora al alojamiento previsto, poder darte un baño y cenar en un tranquilo lugar en la campiña francesa para lo cual elegí un par de sitios que tuviesen piscina y situados en algún pueblo no muy lejos de la gran autopista, lugares tranquilos para descansar después de una larga jornada de moto.

Otro de los alicientes del viaje para mí ha sido navegar. Las puestas de sol y los amaneceres en el mar son muy bellos, momentos que siempre me predisponen a disfrutar de la aventura en la ida y a sentir el placer del regreso a casa en la vuelta.

El noreste irlandés.

En la página de turismo de Irlanda encuentras la siguiente frase: “Uno de los grandes viajes de carretera del mundo, la Ruta Costera de la Calzada”. Estamos en la esquina NE del condado de Antrim, una elevada meseta formada por ríos de lava basáltica negra sobre pisos de creta blanca; a lo largo de la costa esta meseta ha sido seccionada por valles de origen glaciar: los Glens de Antrim.

Playas, bahías y pequeños pueblos costeros como Cushendum y Glenarm; puntas rocosas como la de Torr Head a la que llegas por una empinada y tortuosa carretera, es el punto de Irlanda más cercano a Escocia situado a menos de 20 kilómetros de Mull of Kintayre al otro lado del North Channel.

Viajando entre los glens y la costa alcanzamos lugares como el puente colgante de Carrick-a-Rede. Una pasarela de 20 metros de largo y 1 metro de ancho que salva el abismo entre los acantilados y la isla de Carrick oscilando a 30 metros por encima del mar.

No muy lejos de allí el gigante irlandés Finn McCool construyó una calzada para ir a pelear con el gigante escocés Benandonner. Parece que el irlandés se asustó del temible escocés y dio media vuelta destruyendo el camino según huía…es la Calzada del Gigante, un lugar muy visitado y a primera vista tanta gente parece que restará encanto a estos acantilados de piedra negra pero no resulta difícil encontrar un lugar apartado frente al mar y sentarse sobre alguna de las 37.000 columnas hexagonales de roca volcánica incrustadas en el océano, un lugar único con 60 millones de años de historia.

Siguiendo la carretera, encaramadas en un peñasco, aparecen las ruinas del castillo de Dunluce dominio de la familia MacDonnell, los condes de Antrim. Una fortaleza al borde del acantilado y enfrentada a las fuerzas del Atlántico que una noche arrastró parte del castillo, incluida la cocina junto a siete sirvientes y la cena.

Nuestra ruta de la Calzada terminaba en Magilligan Point donde mediante un pequeño ferry cruzamos el Lough Foyle dejando atrás el condado de Antrim y los paisajes de Juego de Tronos en Irlanda del Norte para entrar en la República de Irlanda en el condado de Donegal.

La tromba de agua y la cena acompañada de dos buenas pintas de Guinness en el animado pub de Moville, fueron los protagonistas de esa noche. Dicen que “el corazón de este país late en un pub”. Desde luego el corazón de la pequeña localidad y sus alrededores latió con fuerza esa velada.

“Aquí arriba es diferente”

El litoral de Donegal puede ser el espectacular final de la Wild Atlantic Way o el sobrecogedor inicio de esta ruta de unos 2500 km que recorre la costa occidental de Irlanda, uno de los paisajes más asombrosos que existen. En 2013 el organismo de turismo irlandés inauguró oficialmente la carretera costera más larga del mundo. Bien señalizada con casi 4000 carteles y unos 160 “puntos que descubrir” puedes hacerla en ambos sentidos.




El rincón más noroccidental del país es el hijo indómito de Irlanda, agreste y remoto pero siempre bello. El extremo septentrional de la isla es el cabo de Malín (Banba´s Crown), el lugar donde el oleaje nunca cesa. Las vistas desde la punta tanto al oeste como al este parecen no tener fin, es un paisaje abierto, desolado y maltratado por un clima cruel pero también es una tierra esplendorosa donde colinas, picos y extensas playas se tuestan al sol. Es la península de Inishowen.



Fanad Head es el segundo punto más septentrional; recorrer en moto los 8 km desde Portsalon hasta el faro de Fanad es sencillamente una maravilla. Antes de llegar a Portsalon la carretera se alza sobre la que en su día fue considerada por el periódico inglés “The Observer” la segunda playa más hermosa del mundo: Ballymastocker, un lugar en el que podrías dejar pasar las horas tranquilamente. Es la península de Fanad.


Atravesar en moto a la luz del atardecer la soledad de un paisaje con grandes montículos, franjas verdes y marrones de turberas salpicadas de pequeños grupos de robles y abedules y lagos que reflejan la luz del sol es de esos momentos inolvidables que convierten cada viaje en una experiencia única. Para y apaga el motor, bájate de la moto quítate el casco y concédete unos minutos para sentir el lugar en el que estás, el montañoso valle del Glenveagh National Park.



Orgullosamente independiente y gaélico.

Por aquí hay que estar atento a los indicadores ya que algunos sólo están escritos en esta lengua nativa que hablan unos 80.000 irlandeses especialmente en las zonas rurales más occidentales aunque la mayoría reconoce que sólo habla “ah, cupla focal” (un par de palabras…)




El Glengesh Pass (Puerto de los Cisnes) es una de las carreteras más pintorescas de Donegal que con sus 25 km y un solo carril atraviesa colinas y turberas antes de ver el océano. Viajamos por el corazón gaélico de Irlanda y por la tierra del punto y el “tweed”. Puedes tomarte un café y un pastel en el centro cívico de Ardara, uno de esos pueblos irlandeses de vida tranquila, informal y sin adornos, lo que me gusta de este país.





El paisaje interior es escarpado y la costa aislada y dura pero donde los acantilados resguardan pequeñas bahías bajos sus pies como la playa de Malinbeg o donde se alzan praderas sobre el océano con caídas verticales superando los 600 metros, son los Slieve League, unos de los acantilados más altos de Europa.

Viajamos por lo que fue el territorio de los O´Donnel, el condado de Donegal…orgullosamente independiente y gaélico.

Fermanagh, el condado de los lagos.

Decidimos, siguiendo el consejo de unos amigos que conocen bien la zona ya que sus orígenes están allí, adentrarnos de nuevo en Irlanda del Norte para llegar hasta Enniskillen, una población encaramada en una maraña de vías fluviales que conectan el Lough Erne. Fue una gran idea familia Murphy.

Colinas y brillantes lagos constituyen su paisaje que puedes recorrer utilizando pequeñas “scenic route” bien señalizadas. La tercera parte de este condado está cubierta de agua y por allí tienen un dicho muy adecuado: “los lagos permanecen en Fermanagh medio año y el otro medio Fermanagh está en los lagos

Por la noche la calle principal de Enniskillen estaba muy animada: “Dime con franqueza si nos consideras un pueblo feliz, dijo Pádraig. Y pidió la sexta cerveza…” (Heinrich Böll, Diario irlandés). El corazón de este país late en un pub.

Blacksod Bay.

La remota península de Mullet es de esos lugares a los  que un viajero tiene que ir. Hasta llegar allí recorrimos unos paisajes difíciles de olvidar que inspiraron al gran poeta William Butler Yeats. Viajamos por los condados de Mayo y Sligo.

El escondido cabo de Aughris, Rosses Point, Mullaghmore Head con sus grandes astas rocosas que recortan el océano, la belleza del Benbulben (525m), la montaña que parece un mantel plisado y a cuyos pies descansa Yeats.



El paisaje es de una belleza indómita y sin aglomeraciones pero la vida no ha tenido que ser fácil por aquí.



Downpatrick Head, con un litoral impresionante al que llegas por una estrecha carretera justo por encima del oleaje; la bahía de Killala y la península de Mullet que se adentra en el mar unos 30 km y que parece mucho más aislada que otros lugares… ¿por qué llegar hasta Blacksod?. Porque es irresistiblemente remoto y poco poblado.




Un B&B acogedor y confortable, un paseo después de un buen día de moto disfrutando de la luz del atardecer que convierte el paisaje en una percepción mágica y una puesta de sol en una solitaria playa crearon unos momentos que siempre estarán en nuestro recuerdo. Ahora mientras repaso la ruta en el mapa veo Blacksod y pienso… fuimos hasta allá y lo compartimos.

Achill Island.

Es la isla más grande de la costa irlandesa y aún mantiene un aire de lugar lejano. Achill nos recibió con un tiempo desapacible, viento, niebla y llovizna. En invierno un mal día tiene que ser espectacular azotada por fuertes vientos y un mar embravecido.

Cuando en 2009 hice mi primer viaje a Irlanda en moto con mis amigos Nando Dívar,  Diego Soler, su hermano Fernando llegamos hasta aquí viajando desde el sur y remontando la costa oeste. Inolvidable. Terminar ahora en Achill me ha permitido completar la ruta costera del atlántico, la que hoy es la Wild Atlantic Way y recordar aquellos días,

Volví a bahía de Keem, al oeste, donde termina una escarpada carretera, la playa de Dugort me trajo el recuerdo del chapuzón que nos dimos en el gélido océano saliendo en traje de baño y chanclas desde el Strand Hotel donde luego pasamos una velada muy divertida escuchando a los músicos locales. 


A partir de aquí, el regreso. Aún nos quedaban casi cuatro días de viaje, había que bajar hasta Rosslare para embarcar y navegar hasta Cherbourgh, atravesar Francia por sus interminables autopistas y llegar a casa. El atardecer frente a la pequeña bahía de Burrishoole Abbey, la estupenda cena que nos dimos en la elegante población de  Rosscommon, el paseo por Enniscorthy y el café con pastel que allí nos tomamos antes de subir al ferry, la visita a una de las playas de desembarco, Utah, y el recorrido por las pequeñas carreteras del campo francés hasta llegar a la última y agradable sorpresa, el alojamiento en Sousmoulins; momentos que fueron cerrando un gran viaje.







Ahora escribiendo este relato mientras repaso el recorrido en el mapa pienso…fuimos hasta allá.

Como escribía Heinrich Böll en su Diario irlandés “Esta Irlanda existe pero el autor no se hace responsable si alguien va allí y no la encuentra” Nosotros sí que la hemos encontrado.

Datos técnicos.

4800 km de los que Francia se lleva casi unos 2800 km.

Salvo los días de Francia que las palizas de moto eran importantes, en especial el primer día saliendo desde casa (963 km), hemos hecho recorridos diarios en torno a los 250 km, unos días algo menos y otros días un poco más. 

5,5 l/100 km de media en el consumo de las motos

En Francia la gasolina está algo más cara que aquí (entre 20-30 céntimos) en Irlanda es similar a España.

Ferry Cherbourgh-Rosslare-Cherbourgh en camarote doble, exterior, dos personas y dos motos, 500 € operado por Irish Ferries

Alojamientos: Tipo B&B tanto en Francia como en Irlanda. Siempre hemos tenido una cálida acogida, conversación agradable, habitaciones confortables y desayunos muy completos. Además en Francia tenían piscina para relajarnos un poco después de muchos kilómetros sobre la moto. Hemos pagado 36 €/persona/día. Los alojamientos estaban reservados de antemano para evitar andar buscando al final del día.

Aunque dicen que hay que “desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo”, hemos alterado este orden desayunando como reyes, tomando algo durante la ruta muy ligero y cenando como príncipes en algún local agradable de la población donde nos quedábamos a dormir. Solo en Blacksod compramos viandas en un súper y cenamos muy bien en la habitación.
En cuanto a las motos: Mi hermano pilota una espléndida K1300GT, una moto fantástica, hecha para viajar cómodo y con control de crucero que reduce el cansancio de manera considerable. Es muy pesada en parado por lo que tiene que pensar antes dónde la aparca y tener precaución con las maniobras. En marcha, un motón.

Yo llevo una bóxer, la R1200RT. Llevamos ya 120.000 km juntos y tenemos una relación muy consolidada. Está hecha para viajar, cómoda a pesar de su ruido y vibraciones pero es su “personalidad”, muy ágil en curvas y pisa con mucha seguridad por donde pasa. Yo no llevo “control de crucero”, al comprar la moto pude ponerlo pero me pareció un artículo de lujo “poco motero”, hoy sería un accesorio obligatorio si me comprara otra moto, por cierto ¿cuál? Otra RT

Para evitar el cansancio en el brazo le pongo al puño del acelerador un “trottle roker”, un complemento ergonómico, muy barato pero eficaz.

La RT es  menos pesada que la K pero su volumen también obliga a ser cuidadoso en las maniobras en parado y a pensar dónde la aparcas para sacarla después sin problemas. Son las grandes ruteras.
Ningún problema con ellas sólo una pequeña incidencia con la RT. El primer día de viaje se me fundió una bombilla pero esa misma tarde en la tranquilidad del alojamiento y más rápido de lo que esperaba la cambié y hasta hoy. Es otra faceta de la personalidad de esta RT, cada 10.000 km aproximadamente se funde una bombilla alternando el lado y resulta un poco laborioso cambiarlas; esta vez estuve hábil y lo hice rápido.

En las dos motos cuando llevas ya un montón de kilómetros en el cuerpo se resienten las posaderas y dependiendo de la anatomía y estado físico de cada piloto distintas zonas del cuerpo que se ponen de acuerdo para protestar juntas, hace años esto no me pasaba…

Una herramienta indispensable en el viaje ha sido el GPS, nos ha facilitado mucho circular por Francia enlazando autopistas y nos ha permitido llegar sin problemas a los alojamientos al final del día. Para la ruta de cada jornada elaboraba un pequeño “road-trip” manual utilizando la información de los mapas que uso siempre, los irrompibles de la editorial REISE. 

Y por último, la música irlandesa, la expresión de la poesía y la lírica que tienen estas tierras. Preparar el viaje o repasarlo ahora escuchando un poco de música celta es muy agradable e inspirador. Mi recomendación es el disco de Aoife ScottCarry the Day” que incluye como primer tema “All Along The Wild Atlantic Way”. Lo encargué a través de su página web y me lo enviaron dedicado; también el disco “The Wild Atlantic Way” en el que participan varios intérpretes y que contiene la banda sonora de la ruta: The Wildest Journey. Lo encontró mi hermano en una tienda de Ardara. Qué más se puede pedir.

Agradecimientos.

Siempre a Ángel Martínez y su equipo de MOTOS ULLA y en esta ocasión también a NEUMÁTICOS RICHARD, mi RT ha ido perfecta y ha rodado firme y segura con los Metzeler Z6 que habéis puesto a mi disposición. Gracias a ambos.


Ahora todo un año por delante para ahorrar y soñar con el próximo destino, quizás…

May the road rise to meet you and may the wind always be on your back

Equipo Irlanda 2016

Luis M. Noguerol (BMW K1300GT)
José R. Noguerol (BMW R1200RT)

Pulsa aquí si quieres ver el resto de las fotos.

Jose Ramón Noguerol


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