Se acercaba el final del verano, llegaba el otoño. Los calores de Madrid ya son menores y la cazadora de la moto se soporta mejor. Los días aún son largos, no será junio, pero se pueden aprovechar bastante. Apetece salir de viaje, coger la moto y hacer kilómetros sin preocupaciones, disfrutar de paisajes desde una carretera que tenga las curvas suficientes para dejarte llevar sin preocuparte del cuenta kilómetros.

Es lunes 23 de septiembre. Las maletas están montadas en la nave estelar. El equipaje está listo. Los protagonistas de este viaje están listos. Todo preparado para despegar hacia caminos desconocidos deseosos de descubrir la costa gallega. ¿Como?, no había dicho que esa era el destino del viaje. Si, la costa gallega, entrando desde Asturias hasta Vigo. Una toma de contacto, un viaje de reconocimiento para futuras incursiones.

Salimos hacia Muros de Nalón, en Asturias. Nuestra primera etapa será por autovía, nada emocionante a priori, pero en la moto cualquier excusa es buena y el día ha salido brillante, luminoso, con una temperatura ideal para viajar. La autovía de Madrid a Oviedo es un viaje cómodo que pasado León se convierte en un disfrute al pasar por la zona de los Lagos de Luna, paisaje de alta montaña, con el encanto suficiente para que los kilómetros pasen a velocidad de vértigo.

Viajamos con los intercomunicadores Scala Rider, una mejora inequívoca para viajar en pareja pues estos tramos sin mayor misterio se pueden hacer hablando de esto o de aquello, comentado el paisaje, disfrutando de la compañía del acompañante.


Para cuando nos queremos dar cuenta estamos entrando en Muros de Nalón, con algo de hambre, si, por lo que nos dirigimos directamente a la plaza del pueblo en busca de un lugar para comer. Un cartel nos lleva al Restaurante Versalles en donde, por 17€, comemos sencillo pero rico. Comentamos lo bien que hemos venido a pesar de que entre unas cosas y otras la moto llevaba cerca de 450 kilos encima, pero como si nada. Por cierto, a lo largo del viaje pude comprobar como una inversión pequeña podía dar un resultado increíble: la ampliación del soporte de la pata de cabra de la casa Touratech para la RT es absolutamente recomendable pues ahora sientes como la moto queda bien sujeta a pesar del peso. Es incomprensible que esta moto tenga un apoyo tan pobre de serie.

El hotel está a menos de un kilómetro de la Playa de Aguilar, playa preciosa encajonada entre montes. Desde allí sale la ruta a pie de los miradores, que lleva a San Esteban. A los pies de la ermita del Espíritu Santo está la desembocadura del río Nalón y enfrente la playa de arenas negras de San Juan de la Arena. Este paseo es un complemento estupendo después del viaje de la mañana. La temperatura es ideal y el camino recorre la costa mostrando acantilados, la inmensidad del Cantábrico o cruzando zonas de densa vegetación en la que no pueden faltar los eucaliptos, el musgo y los helechos.
 
 
Estamos alojados en el Hotel Playa Rural de Aguilar, pequeño hotel de nueva construcción, casi recién estrenado, con las habitaciones mas grandes que haya visto antes, todo muy bien puesto y un sitio de una tranquilidad total. Se nota que Rogelio y su mujer se han preocupado de ofrecer un sitio de descanso de primera a los que por allí llegamos.

Terminamos el primer día de viaje con el contador en 501KM.

Comienza el 24 con un desayuno rico en el que destacaría el café y el pan tan rico que nos tomamos, que ya fuese con la mantequilla y la mermelada o con el tomate y aceite, entra sin ninguna dificultad. 

Partimos camino de Galicia. Comenzamos por autovía camino de la Playa de las Catedrales. Hemos visto en el periódico que para cuando lleguemos la marea estará bajando y es muy probable que podamos disfrutar de ese paisaje a pie de mar. Y así fue, la marea estaba lo suficientemente baja y pudimos pasearnos por la arena y observar los arcos y las cuevas esculpidas por el oleaje.
 
 
Continuamos nuestro camino pegados a la costa. Estamos ahora en una zona de turismo de temporada, de casas bajas, modesta y poco aglomerado, con unas playas extensas, parece de otra época. Un poco mas allá empezamos a ver ya la construcción moderna, apartada del mar, varios bloques que quieren cambiar esta fisonomía algo decadente. Antes de llegar a Foz nos desviamos buscando encontrar San Martín de Mondoñedo. Alguna vuelta y allí está, la que debió ser la primera catedral de la península. Si llegaras directamente a la entrada principal, te llevarías la idea de una pequeña iglesia. Sin embargo, si accedes desde la carretera te encuentras con una recia iglesia románica con musculosos contrafuertes en la parte exterior del ábside y un interior bien proporcionado que conserva capiteles y pinturas en perfecto estado.
 

 
Ahora nuestro objetivo es el castro de Fasouros que se nos está resistiendo básicamente porque no está bien ubicado en la información que llevábamos. Al final lo encontramos por suerte. No está muy conservado pero al llegar, apartado como está, rodeado de playas a los lados, en un entrante hacia al mar que les permitiría defenderlo de posibles ataques por tierra, la sensación es de recogimiento. Piensas quien viviría allí, como serían aquellos tiempo de duros, viviendo en construcciones de piedra al borde del mar, de un mar cantábrico.
 
 
Las carreteras se encuentran en muy buen estado. Hemos dejado atrás el tráfico y transcurrimos por un paisaje de eucaliptos, helechos y, lo que no me habría esperado nunca, campos y mas campos de trigo. Vamos pegados al mar y aquí y allá nos van sorprendiendo playas que cual sirena intentan que nos detengamos a disfrutarlas; pero tanta curva es difícil de vencer y seguimos nuestros camino hasta Viverio. A la entrada al pueblo, frente al puerto deportivo hay unas casas altas de colores y allí es nuestra siguiente parada: Mesón a Fonte, especialidad en pulpo a la brasa. Llegamos allí por recomendación y nos metemos en el cuerpo una ración de pulpo a la brasa y un chuletón que nos dejan el cuerpo como nuevo. Habrá que ver si la RT puede ahora con nosotros.
 
Nuestra siguiente parada será la Estaca de Bares, parada obligada aunque solo fuese por los recuerdos de cuando la estudiábamos en el colegio. Vamos por la AC862 y poco antes de llegar a Porto de Barqueiro para torcer hacia Bares podemos disfrutar de la desembocadura del río Sor y de la magnifica playa de arenas blancas y virgen sin apenas construcción. No deja de llamar la atención lo poco construidas que están las playas, es un lujo para la vista. Nos desviamos hacia el faro, semáforo en gallego, y nos metemos en una carretera en perfecto estado, no muy ancha, con una concentración de eucaliptos alrededor increíble. El trayecto lo disfrutamos intensamente y donde había una vegetación alta se torna en una baja y tupida cuanto más cerca del faro estamos.
 
 
El paraje es maravilloso, con el mar allá abajo y te imaginas que el invierno allí deber ser duro. Los restos de una construcción que según el mapa eran una estación ornitológica desentonan en aquel paraje tan increíble.
 
 
La sorpresa es aún mayor cuando vemos bajar un grupo de motos de los 80/90 por una carretera que parece que no lleva a ningún lado. Allí arriba hay un pequeño hotel, todo de piedra, con su mini jardín, todo inmaculado. Es el hotel naturaleza Semáforo de Bares en el hasta los pájaros se quedan ensimismados contemplando el paisaje.
 
 
Bajamos al Puerto de Bares, pequeña población en la que no entramos pues no nos atrae y en cambio si lo hace la playa que hay a nuestros pies, desde donde se ve la Isla Coelleira y la entrada de mar donde desemboca el río Sor.
Ya podríamos irnos al hotel, hemos disfrutado mucho pero decidimos continuar hasta Cabo Ortegal y su faro. Pasaremos por Ortigueira camino de cariño, de donde sale el ascenso que nos llevará a Cabo Ortegal, extremo mas al norte de la Sierra de Capelada. El lugar es muy abrupto, con tres farallones frente al faro en donde varios barcos pesqueros están faenando. Por lo que he leído de esta zona, son esas piedras un buen y peligroso lugar para los percebeiros.
 
 
Llevamos ya un buen montón de kilómetros y queremos acercarnos mas a la costa de la muerte, objetivo de nuestro siguiente día de viaje. Por este motivo decidimos cortar ya y dirigirnos directamente al hotel donde pasaremos la noche que se encuentra en XXXX a frente a La Coruña, en el otro margen de la ría que nos permite ver a lo lejos la Torre de Hércules y el puerto industrial con petrolero incluido. Estamos en Santa Cruz de Oleiros y, una vez instalados, nos vamos dando un paseo junto al mar a cenar en un restaurante con bonitas vistas llamado el 13.

Han sido 341KM, no está nada mal.

El día 25 amanece lloviendo. Era de esperar que viajando a Galicia te lloviera mas si decían los del lugar que llevaba un mes sin hacerlo. Comenzamos el día visitando el castillo de Santa Cruz, otrora bastión de la defensa de La Coruña de los ataques de piratas ingleses. El paseo por su jardín y las vistas que desde allí se tienen de La Coruña merecen la visita.

Nos ponemos los plásticos y estamos listos para partir hacia la Costa de la Muerte. Este día nos acompañará hasta Finisterre una lluvia incesante, fina, pero continúa. El paisaje urbano cambia mucho, podría decirse que hasta pasado Finisterre las poblaciones son mas grises, mas tristes y con un urbanismo bastante horrible. Llegamos a Malpica de Bergantiños y bajamos hasta el puerto. La lluvia no ayuda y el sitio no anima a parar. Salimos camino de Ponteceso y nos desviamos a la derecha a los pocos metros par llegar al cabo de San Adrián. Atravesamos un banco de niebla en el que parece que vamos a desaparecer y al llegar a lo alto tenemos una preciosa vista de la costa en sentido opuesto a Malpica, tapado por la niebla. Bajamos y nos paramos en la ermita de San Adrián del siglo XVI. Con la lluvia y la niebla, y el mar ahí al lado, el sitio tiene un encanto especial. Junto a la ermita hay una fuente que dice tener propiedades curativa de las verrugas, pero siempre y cuando se tenga y fe y se deje un pan en la hierba de alrededor.
 
 
Continuamos camino. La lluvia fina puede ser una molestia, pero también le da un encanto al paisaje cuyos verdes de tanta vegetación se intensifican y brillan de otra manera. Hacemos un alto en la capilla del Virgen del Faro en nuestro camino a Punta Roncudo. La capilla tiene su encanto y es del siglo XVIII. Al parecer tenía funciones de faro en el pasado y allí arriba encendían hogueras para guiar a los barcos en el mar y para avisar de barcos enemigos también. Junto a la capilla está el monumento a El Sagrado Corazón de Jesús, espantosa torre de 39 metros que desentona y estropea el encanto del lugar, que fue costeado por el emigrante Ricardo Pose Ourens, cantero de profesión que emigró a Uruguay.
 
 
Llegamos a O Porto de Comer y cogemos la carreterita que nos llevará Punta Roncudo. No puedo evitar sentir que este breve trayecto me resulte familiar y me lleve a recordar el viaje a Irlanda en 2009. Si tuviese que elegir el sito que mas me ha gustado de este viaje, sin duda elegiría éste. Posiblemente fue una mezcla entre el día que hacía, con una luz especial, la azotado por el mar de este enclave, la tranquilidad sin nadie alrededor mas que nosotros y el recuerdo de Irlanda, país al que recomiendo ir.

 
 
Nos dirigimos ahora a cabo Vilan pasando por Laxe. A 10Km de Camariños decidimos dar por terminada la búsqueda de nuevos sitios. La lluvia es mas intensa y no tiene sentido. Cambiamos de rumbo y nos dirigimos a Fisterra donde haremos noche. Llegamos aún con tiempo de comer en Tira do Cordel, restaurante que nos habían recomendado. Dejamos los trastos en el hotel y vamos a comer. El nombre, si no lo piensas suena bien, pero le viene de tirar de la cadena del retrete, lo que a lo mejor le quita algo de encanto. Pero se come estupendamente y nos tomamos unas almejas y unas navajas increíbles y de segundo no recuerdo el nombre del pescado pero también buenísimo. Los ventanales del comedor dan al camino por el que transitan los peregrinos que continúan camino hasta el cabo de Finisterre.
 
 
Para bajar la comida y aprovechando que no llueve, nos a darnos un paseo por la increíble playa de Langosteira cubierta de niebla a la ida y soleada a la vuelta. A media tarde subimos al faro de Finisterre donde también hay un hotelito pequeño. Al ser un sitio popular hay mucha gente y tiendas, nada que ver con la visita a Punta Roncuda por la mañana.
 
 
Al final han sido 171KM, mojados pero muy bonitos y que nos han permitido disfrutar de la RT de otra manera.

Amanecemos el día 26 de septiembre y el cielo parece que hoy nos permitirá disfrutar de un buen día de moto. Nos ponemos en marcha y muy pronto llegamos a la playa de Carnota. Desde este paraje de naturaleza singular, increíble, que invita a quedarte tirado en la arena blanca en mitad de esta kilométrica playa, puede observar al fondo el faro de Finisterre. Si uno está cerca de Carnota, tiene que dedicarle un rato a bajarse a esta playa.

Continuamos camino, destino final Vigo. Recorremos esta parte de la costa por la que paso la vuelta este año y que pudimos ver tan verde. Ahora, los efectos de un incendio a comienzos de mes, muestran la triste noticia que salpica Galicia en verano. Dejamos atrás esta siniestra y olorosa estampa para llegar a otro de los innumerables faros que pueblan la costa gallega. En este caso es el Faro de Lariño que, no podía ser de otra manera, tiene una increíble playa a uno de sus costados.

Llegaremos a Muros, población con un encanto especial, bulliciosa con terrazas entre sus casas porticadas y el mar. Allí vemos cerca de una treintena de personas en la ría recogiendo berberecho y almeja fina. Al parecer, no se te ocurra entrar allí de pirata, hay que ser persona autorizada.

 
 
Nuestra próxima parada será Noia. Tiene aspecto de una población grande que gira en torno a la gran plaza que conforma el jardín de Felipe Castro, entono al cual hay varias terrazas y comercios y, en una esquina, la iglesia de Santa María a Nova que nos cerraron en las narices y nos quedamos sin ver. Seguimos en busca del Casto de Baroña. Casi nos pasamos porque, incomprensiblemente, está poco y mal señalizado. Digo incomprensiblemente porque el castro se conserva bastante bien y el paraje es realmente increíble. Si ya con el castro de Fasouras pensaba quien viviría allí, con este mi pregunta se amplifica pues siendo un paraje increíblemente bonito, también lo es agreste, con un viento que sopla hasta aturdir y el mar batiendo contra las piedras de esta fortaleza.
 
 
 
El viento ha hecho acto de presencia en esta zona y muestra una de las caras difíciles de vivir en estos sitios. Seguimos hasta el faro de Corrubedo rodeado de vegetación es baja, difícil que se dé de otro tipo. Nos acercamos a ver la duna móvil de Olveira, protegida como parte del parque natural que se declaró en el año 92 para esta zona.

Nos dirigimos a Vigo donde llegamos después de 275KM.

El día 26 amanece con una lluvia fuerte y el plan de visitar las Islas Cies se va al garete. Con tanta lluvia decidimos tomarnos el día "libre" y pasarlo tranquilamente en Vigo, que el sábado dan lluvia y toca volver a Madrid.

La vuelta a Madrid la hicimos bajo una lluvia constante hasta llegar a León donde la lluvia se tornó en viento. El viaje lo hicimos bien de todas formas porque la RT es una viajera incansable que facilita mucho las cosas aunque la climatología se empeñe en dificultarlas.

Han sido 1884Km de disfrutar de viajar en moto.

2 comentarios:

José Ramón dijo...

Muy bonito recorrido. Dan ganas de coger la moto, con o sin lluvia y partir para allá. Por cierto, lo que se dice hambre no habéis pasado, eh?

Gelu dijo...

Perfecta y completísima incursión norteña, amigo mío.
Rincones bellos, muchos...el acceso a Ortegal, uno de ellos.
Gracias por contárnoslo.
Saludos.
Gelu.

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